La escultura me permite explorar la materia desde otro lugar, más introspectivo, más libre, más visceral. Cada volumen es una búsqueda, un intento de capturar un gesto, una emoción, una presencia.

Trabajo con las manos, pero también con el cuerpo, dejando que la forma emerja poco a poco, entre lo intuitivo y lo consciente. La tierra, el vacío, el peso y la tensión son parte del lenguaje con el que construyo estas piezas.

En mi recorrido, la escultura y la cerámica no son caminos paralelos, sino profundamente entrelazados. Ambas disciplinas dialogan en mi obra, se nutren mutuamente y comparten una raíz común: el vínculo íntimo con la materia y el respeto por sus tiempos.

Mis esculturas nacen del silencio y de la observación, del deseo de dar forma a lo invisible. No buscan representar, sino sugerir; no imponen, invitan. Son huellas del proceso, fragmentos de un diálogo continuo con la tierra.

Te invito a recorrer esta galería con la mirada abierta y el corazón dispuesto a dejarse tocar por lo sutil, lo imperfecto y lo esencial.